Perdón desde el Corazón

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Te he comentado antes que parte de mi camino espiritual ha sido recorrer distintas filosofías de vida; de todas he aprendido cosas muy valiosas que trato de aplicar en mi día a día y son parte de quien soy. Hace algún tiempo encontré reflexiones y enseñanzas maravillosas en la Kabbalah; una de ellas es dedicar un día a reflexionar sobre el perdón.

El Yom Kippur, es una festividad que se celebra en Israel, cada 11 -12 de octubre; es un día especial de introspección y de profundo examen personal. Un regalo personal que nos brinda la posibilidad de acercarnos al verdadero propósito de nuestra vida.

Pedir perdón se ha convertido en un acto cotidiano; cuando nos equivocamos perdimos perdón de manera automática, muchas veces sin sentir verdadero arrepentimiento por el daño o molestia causada. El verdadero perdón no se pide de la boca para afuera, se hace desde el corazón; dejando que sea nuestra alma quien se encargue de excusar nuestros actos. Para pedir perdón de corazón, debemos empezar por perdonarnos por nuestras equivocaciones, por dejarnos llevar por nuestros impulsos sin medir las consecuencias; por juzgarnos, por no sentir compasión con nosotros. Debemos meditar, rezar, conectar con nuestra divinidad, con nuestros ángeles y hallar ese punto mágico en donde somos capaces de reconocer que somos parte de un plan perfecto. Comprender que somos seres imperfectos y equivocarnos es parte de nuestro crecimiento y reconocer nuestros errores es parte de nuestra maestría interior.

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Hasta aquí todo suena muy bonito, pero tiene una connotación romántica. Podemos preguntarnos ¿cómo podemos cultivar el perdón hacia alguien que nos ha lastimado?. Perdonar no significa no sentir dolor o actuar como si nada hubiese pasado. Se trata de moderar nuestras reacciones, de eliminar sentimientos revanchistas. Se trata de trascender a todas las circunstancias que nos enojen; de ir un paso más allá y encontrar la calma en nuestro interior.

Disculparnos con aquellos que quizá herimos es una buena práctica, pero también es importante recordar que las palabras “Lo siento” por sí solas no son suficientes para que sea considerado como arrepentimiento. “Si le piso el pie a alguien, ¿decirle que lo siento le quita el dolor que le provoqué?”. A veces decir que lo sentimos no es suficiente, a veces también tenemos que analizar qué parte de nuestro comportamiento debemos  cambiar.

Es necesario dejar ir, me refiero a las culpas, la tristeza, la ira, el resentimiento. Debemos pedir perdón por nuestras acciones pasadas y cultivar la capacidad de perdonar. Amar nuestra imperfección, sincerar nuestro arrepentimiento y esforzarnos por buscar el cambio; esta será nuestra verdadera transformación. Para pedir perdón y perdonar debemos conectar con el amor, desde el corazón.

Ilustraciones tomadas de Internet
Dulcinea
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