Equilibrio de Vida
El equilibrio no se refiere a tener todo bajo control, sino a estar en armonía contigo y con los demás. Para cualquier cosa que quieras hacer, trabajar hacia un objetivo, contribuir y apoyar a otras personas, o nutrir una relación, es esencial que te encuentres estable, tanto física como emocional, mental y espiritualmente.
Aprender a dar y compartir con otros en grandes porciones como tu corazón desea, y sin drenarte, es algo que se aprende practicando un buen balance entre el dar y recibir. Cada uno tiene un límite único que permite mantener este balance y así también, hay épocas en que estamos en mejor pie para dar y otras en las cuales necesitamos hacernos cargo de nosotr@s mismas.
Es importante vivir en armonía, gestionando el dar y recibir que hay en tu vida. Así como dar más de lo que tenemos nos drena, dar en menor medida también rompe un equilibrio y genera estados de caos emocional. Reflexiona acerca de cuánto estás dando y recibiendo en tu vida y cómo te sientes hoy en relación a esto. Si sientes que hay un desequilibro, toma acción inmediata para corregirlo. Y te dejo una pista: el ego inventa excusas geniales para no compartir, como por ejemplo, que no tenemos tiempo, o no tenemos dinero para compartir con otros, pero el verdadero compartir siempre encuentra la forma de hacerlo y es mucho más poderoso cuando compartimos desde lo más sincero. Esto puede ser una sonrisa y decir buenos días a una persona desconocida en la calle, a ayudar con trabajo físico como una mudanza, o escuchar con verdadero interés a otra persona acerca de lo que está viviendo en ese momento. Y si lo que necesitas compensar es el recibir, entonces regálate tiempos de descanso y de inspiración, como una clase de baile o de yoga, ir a un parque, jugar con tus hijos o con tu mascota, preparar algo rico para comer, etc, en los cuales estarás recibiendo esa bella energía del Universo
Cualesquiera sean las circunstancias específicas, todos hemos experimentado el sentimiento de estar fuera de balance en nuestra vida. Es natural buscar una solución rápida para enmendar las cosas. Sentimos la carencia en un área de nuestra vida así que intentamos llenarla con otras cosas, esto puede resultar en sobre-indulgencia, adicción o, al contrario, sentimientos de carencia. A medida que intentamos restaurar las cosas a la normalidad, puede que nos pongamos metas, comencemos nuevos regímenes o cortemos cosas de nuestra vida, pero generalmente no usamos el elemento más importante para restaurar nuestro balance perdido: la conexión con nuestro interior.
El secreto para la plenitud involucra crear un balance entre aquello que tomamos y aquello que damos a otros. Toda la energía, el tiempo y el pensamiento que utilizamos para crear “el balance” puede utilizarse mejor compartiendo.
La plenitud llega a partir de vivir una vida enfocada en compartir con otros. Al hacer esto, nos volvemos más ágiles para manejar los desafíos de la vida: los tiempos tormentosos donde la carrera, las relaciones, las obligaciones sociales y las metas personales nos desestabilizan.
Todos los desbalances en nuestra vida se manifiestan cómo una alteración del ciclo de dar y recibir. Cuando te sientes agotad@, es porque estás dando mucha energía en conseguir algo desde la mente y sin permitirte estados de receptividad, que son fundamentales para el equilibrio. Esto ocurre cuando nos empeñamos en ser más productiv@s y le exigimos a nuestra creatividad que funcione según las expectativas de la mente. La forma de equilibrar este estado de agotamiento es permitirte soltar toda necesidad de control, apreciar las bendiciones que tienes y sentir alegría por ello. Es agradecer, descansar, relajarte, conectar con tus emociones y permitir que fluyan en expresión creativa. Significa cuidar de tu cuerpo físico con descanso y ejercicio, la mejor alimentación y con tiempos para tu práctica espiritual.
Por otro lado, puede ser que estés en desequilibrio porque estás enfocad@ solo en recibir. Esto se manifiesta en apatía, desánimo, pérdida del sentido o propósito y/o envidia. Si te sientes así, lo mejor que puedes hacer es dejar de pensar en lo que te falta y en lo que esperas recibir a cambio, y comenzar a crear, a servir a otros.
Necesitamos aire fresco, respirar profundo, conectar con la naturaleza. Cuando pasamos mucho tiempo adentro – encerrados en casa o en nuestra mente – perdemos el ritmo orgánico de nuestra acción en el mundo. Entonces la mente se vuela al futuro o a Júpiter, nos estresamos, nos preocupamos por todo lo que nos queda por hacer y perdemos la sincronía con el tiempo – nos falta tiempo para todo. Cuando te sientas así, ya sabes que te has desconectado. ¡Y reconectar es muy simple! Necesitas ir a la naturaleza a respirar, a admirar los árboles y las flores, a pisar la tierra, a caminar en silencio por unos buenos minutos. Esto te ayudará a soltar tensiones y permitir que surjan nuevas ideas creativas.
Ilustraciones tomadas de Internet
- ¡Un paso a la vez, pero siempre avanzando! - 9 diciembre, 2024
- La memoria es una reinterpretación constante - 2 diciembre, 2024
- Roadmap personal para lograr tus metas - 7 noviembre, 2024