El Poder de las Emociones
Una buena amiga, que me regaló la vida a través de «La Ruta de Dulcinea»; me sugirió que escriba acerca de las emociones; me pareció una idea fabulosa, así que este post va dedicado a ti Natalia, y para todas aquellas personas que respetan sus emociones y le encargan a la sabiduría del tiempo todos sus procesos.
En nuestro día a día somos guiados por nuestras percepciones; es decir nuestra interpretación de todo lo que hay a nuestro alrededor. Percibimos el entorno a través de los sentidos, de manera natural podemos ver, oír, oler sentir y saborear; pero además existe un sexto sentido del que no somos muy conscientes que es el sentido de la emoción y que al igual que los otros cinco, nos acompaña desde nuestro nacimiento. Las emociones son sensaciones espontáneas que determinan nuestro estado de ánimo y conductas ante ciertas situaciones. Son absolutamente personales y como tales es nuestra responsabilidad controlarlas y encausarlas para poder fluir al siguiente nivel de aprendizaje. Todo lo que sucede en nuestras vidas tiene un objetivo, es como un videojuego, cuando lo resolvemos o aprendemos lo que nos toca, pasamos al siguiente nivel!
Las emociones son el motor que nos impulsará a mejorar y luchar por lo que queremos, por ello es necesario aprender a interpretarlas, conocerlas, abrazarlas, contenerlas y potenciarlas. Si nuestra meta es estudiar algo que habíamos estado posponiendo, tenemos que desarrollar emociones que nos motiven para llegar a nuestros objetivos; porque sin emoción todo es más complicado, lento y tedioso. Debemos tomar acción y coordinar con nuestro pensamiento; te aseguro que lograr esa sintonización nos llenará de una energía maravillosa que vibrará con todo lo que nos rodea. La emoción siempre nos empodera, nos hace resilientes y nos ayuda a cumplir nuestros objetivos.
Las emociones evolucionan, son cambiantes de acuerdo al momento de la vida en que nos encontremos, a nuestras creencias, pensamientos, experiencias, expectativas, entorno. Son más potentes que las palabras, porque se transmiten casi sin hablar, se muestran con nuestras actitudes porque son el motor de nuestro comportamiento; además son un indicador de nuestro estado de ánimo, de nuestra armonía interna.
Las emociones tienen autonomía, por ejemplo cuando sentimos ansiedad; pensamos que no deberíamos tenerla, pero aun eso no es suficiente para que desaparezca; podemos decir con palabras “No quiero sentir ansiedad” pero tampoco se esfuma. Creo que en este punto lo importante es armonizar nuestro pensamiento y palabras con nuestras emociones para poder fluir, recordemos que el trabajo personal es siempre de adentro hacia afuera.
Cada individuo experimenta una emoción de forma particular, dependiendo de sus experiencias anteriores, aprendizaje, carácter y de la situación concreta. Algunas de las reacciones físicas y de comportamiento que desencadenan son innatas, mientras que otras pueden adquirirse o adaptarse. Las emociones se transmiten a través de movimientos, muecas, distancias, gestos, expresiones no verbales; además de componentes fisiológicos como temblores involuntarios, sonrojarse, sudoración, agitación, etc. Un ejemplo claro son las sonrisas; si nos fijamos, no todas comunican lo mismo; casi siempre estas expresiones son universales aunque en algunos casos dependiendo de la cultura, sexo o raza podrían variar; observemos la alegría de los brasileños en su gestualidad, o la capacidad de comunicación de las mujeres.
Las emociones primarias son:
• Miedo: Anticipación de una amenaza o peligro que produce ansiedad, incertidumbre, inseguridad. Nuestra reacción inmediata como instinto de conservación será la protección
• Sorpresa: Sobresalto, asombro, desconcierto. Es muy transitoria. Puede dar una aproximación cognitiva para saber qué pasa. Puede desorientarnos y buscamos nuestra zona de seguridad identificando o reconociendo algún elemento.
• Aversión: Disgusto, asco, solemos alejarnos del objeto que nos produce aversión. Nos produce rechazo inmediato.
• Ira: Rabia, enojo, resentimiento, furia, irritabilidad. Nos conduce reaccionar por impulsos.
• Alegría: Diversión, euforia, gratificación, contentos, da una sensación de bienestar, de seguridad. Nos produce placer.
• Tristeza: Pena, soledad, pesimismo. Nos produce ansiedad y nos conduce a la reintegración personal.
Mientras escribía este post, me preguntaba; ¿cuál es la diferencia entre una emoción y un sentimiento? y llegué a la conclusión que te explicaré con un ejemplo; cuando nos dan una noticia inesperada tenemos una reacción rápida e inconsciente, esta podría tratarse de una emoción. Luego entramos a la etapa del análisis a hacer consciente esa noticia que nos había sorprendido inicialmente, pensamos acerca de la situación y automáticamente la emoción se modifica y se vuelve un sentimiento.
Existen emociones que podemos clasificar como positivas y negativas aunque en realidad no sean ni buenas ni malas; ambas son parte de nuestra evolución, de nuestro desarrollo personal; lo importante es aprender a vivir con ellas, no debemos negarlas ni reprimirlas; debemos hacer un trabajo amoroso de aceptación; viviendo en armonía y aceptándolas como parte de lo que nos toca aprender de ellas. Las emociones son el espejo de nuestro mundo interior, nos dan la oportunidad de desarrollar nuestro autoconocimiento y fortalecernos. Ponen a prueba nuestra resiliencia y empoderamiento. Nos impulsan a tomar acción en nuestras vidas.
Terminaré con una cita del novelista Inglés George Gissing, que nos puede describir todo lo que hemos desarrollado en este post: “Es la mente la que crea el mundo que nos rodea y aun cuando nos encontramos juntos, parados en la misma pradera, mis ojos nunca verán lo que los tuyos contemplan y mi corazón nunca se agitará con las emociones que conmueven al tuyo”.
Imágenes tomadas de Internet
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