El Poder del Saludo
Saludar no es un gesto de cortesía hacia otro, ni un símbolo de buenos modales; es en realidad un reconocimiento de agradecimiento y una invitación a abrir nuestro corazón hacia los demás. Socialmente el saludo se expresa a través de un beso, dos o tres; un abrazo, una palmada en la espalda, una venia, una particular coreografía con las manos, un movimiento de cabeza o una frase.
¿Te has fijado como saludas?; piénsalo por algunos segundos y comprobarás que depende a quien te dirijas, al grado de confianza, al entorno, también depende de tu estado de ánimo. Lo importante aquí es que identifiques tus maneras de saludar porque es lo que muestras al mundo. Y más importante aún, es que reconozcas si siempre lo haces, si eres capaz de mirar a los ojos a las personas y dirigirte a ell@s reconociendo su magnificencia y agradeciendo que formen parte de tu día, aunque sea por un instante. Eso es un regalo!
Los judíos utilizan la palabra hebrea “Shalom”, que sirve tanto para decir “hola” como para despedirse; significa “paz” porque el saludo es un deseo de bienestar del prójimo.
Creo que saludar mirando a los ojos con energía, cariño y honestidad es parte de nuestro desarrollo personal, por ello te invito a saludar a todos los que se crucen por tu camino con mucha energía amorosa, porque aunque no lo creas es un beneficio para ti. Si alguna vez te agazapaste, cambiaste el ritmo de tu andar o evadiste la mirada para evitar un saludo, no lo hagas más!. Saluda con alegría, con una sonrisa y el deseo de paz y amor para todos.
Voy a terminar este post contandote una historia que me gusta mucho: Dos amigos decidieron ir a esquiar en la nieve, se estaban divirtiendo mucho y de pronto les sorprendió una tormenta. Ellos quedaron casi enterrados con muy pocas posibilidades de moverse; pero uno de ellos logro levantarse, mientras que el otro casi no se podía mover, casi no podía mover sus extremidades; entonces su amigo empezó a frotar su cuerpo para brindarle calor. Después de algún tiempo los rescataron y llevaron a urgencias. El amigo estaba pendiente y esperando la recuperación del otro. De pronto salió el doctor y le dijo que tenía buenas noticias; que gracias a que movió sus extremidades hizo que su sangre circule y no sería necesario amputar. Entonces el muchacho grito de alegría «Lo salvé»; el doctor le respondió, «en realidad, él también te salvo a ti, si tú no hubieras frotado su cuerpo y movido sus extremidades te hubieras congelado». Esta historia nos muestra que el dar nos mantiene vivos, nuestra alma se regocija. Brindemos a otros el regalo de dar, no tiene que ser algo material, puede ser una sonrisa o un saludo!
Imágenes tomadas de Internet
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