El Sabor de la Vida
La vida es como una deliciosa tarta de chocolate. Debe ser saboreada, reconociendo y apreciando cada bocado. No puedes apresurarte o excederte, sino disfrutar y celebrar.
Tu relación con la comida puede reflejar tu relación con la vida. Al igual que con la comida, debes respetar y disfrutar de la vida; apreciando cada momento; reconociendo y deleitándote con todos los sabores, colores y experiencias que se te presentan. Debes respirar adecuadamente y no devorar el tiempo o la comida, porque entonces solo tendrás sobrepeso y te sentirás abrumado por lo que has ingerido y te perderás de disfrutar de la experiencia.
Hay muchas opciones que se te presentarán y es tu responsabilidad elegir la que nutrirá tu cuerpo, mente y alma. Al igual que con los alimentos, ciertas elecciones de vida, experiencias y opciones te llevarán a sentir mal, física y espiritualmente. Por lo tanto, debes elegir sabiamente dónde concentrar tu energía o qué energía consumir. Tener un hambre insaciable de vida se puede comparar con tener un hambre insaciable de comida. Aunque tener una sed de vida voraz e insaciable puede malinterpretarse como entusiasmo, optimismo y un deseo genuino de vivir la vida en plenitud; en realidad esa actitud y comportamiento solo pueden conducir a un estado de ser insalubre.
Con las infinitas posibilidades y oportunidades que están disponibles para ti en cada momento, hay un arte y una habilidad en contemplar qué opción te servirá mejor a tu mente, cuerpo y alma y que te conducirá a tu mayor estado de felicidad. Como dice Deepak Chopra en «Las Siete Leyes Espirituales del Éxito»:
«Sólo hay una opción, entre la infinidad de opciones disponibles en cada segundo, que creará felicidad para ti y para quienes te rodean»
Por lo tanto, dedicarnos a cada oportunidad y cada idea con poco o ningún pensamiento conducirá en última instancia a una desgastante sensación de confusión mental, embotamiento y deslumbramiento de por vida. Como cuando uno se entrega a todo lo que la mesa del buffet tiene para ofrecer y más, el resultado es una plenitud inevitable, una sensación de hartazgo con una completa aversión a la comida. Elige tus comidas con amor y respeto por tu cuerpo y tu alma; también haz lo mismo a la hora de elegir tus actividades diarias, tomando decisiones sobre a qué oportunidades decir sí y cuáles declinar cortésmente o guardar para otro momento.
Así que toma la vida un bocado a la vez, regálate el tiempo para disfrutarla y saborea cada experiencia. Considera con calma tu próxima elección y pregúntate cuáles son las consecuencias de cada acción. ¿Qué elección te nutre a ti y a todos los afectados a tu alrededor? Escucha tu cuerpo, su corazón y su sabiduría interior, tus susurros te guiarán.
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