El Tesoro del Desierto

Parte de nuestra evolución y crecimiento espiritual es transitar por lugares ajenos e incómodos, esos espacios que no escogeríamos por propia voluntad; pero que son parte de nuestro aprendizaje, ese que nos llevará al siguiente nivel.

Aunque tradicionalmente el desierto representa el lugar al que no queremos ir porque nos lo imaginamos como un lugar agreste, árido, seco, sin vida y solitario; puede ser también un lugar mágico en donde crecen y se desarrollan muchas cosas. Podemos cambiar nuestra visión,  re-interpretarlo y adquirir una nueva perspectiva, una nueva concepción espiritual del desierto. Esta re-significación del desierto lo concibe como un lugar que nos conecta con nosotros, en donde tenemos la oportunidad de encontrarnos y escucharnos en el silencio y en donde se devela una gran luz de transformación.

Si trasladamos este aprendizaje del desierto a nuestra vida cotidiana, podríamos asociarlo a situaciones en donde no somos capaces de enfrentar nuestros espacios incómodos, lo que esta sucediendo en realidad es que nos alejamos de la luz de nuestra transformación; estamos perdiendo la oportunidad de crecer, de ser resilientes, de iluminar nuestras sombras. Por ejemplo, cuando renunciamos porque ya no podemos más, cuando evitamos ir a algún lugar porque no queremos encontrarnos con alguien que no nos gusta, cuando no contestamos una llamada de nuestros acreedores, cuando alguien nos dice algo que nos molesta y nos gana el resentimiento; es porque no queremos estar en el desierto. Tomamos esas decisiones para no ir hacia esos lugares que nos asustan, o que nos hacen sentir incómodos; esto solo nos quita la oportunidad de disfrutar de nuestra luz.

Es importante no temer al desierto, porque ahí también crece algo hermoso. Enfoquémonos en encontrar el tesoro que esconde el desierto, donde se revelará nuestra luz y potencial para enfrentar aquello que nos cuesta tanto trabajo.

Ilustraciones tomadas de Internet
Dulcinea
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