Exprésate desde tu Autenticidad

Desde pequeñ@s, aprendemos que el mundo no apoya la expresión de nuestra autenticidad. Se nos dice repetidamente cómo comportarnos, y rápidamente captamos lo que es aceptable y lo que no lo es. Nadie quiere ser rechazad@ y condenad@ a la exclusión. Con el tiempo, desarrollamos una personalidad que sirve como puente entre nosotr@s y el mundo exterior. Este no es solo un programa subconsciente que se desarrolla porque experimentamos un trauma o un ataque emocional. Este es un módulo de subpersonalidad pulido, sofisticado y complejo con comportamientos, actitudes, pensamientos y respuestas. Está tan bien integrado que nadie de fuera puede decir que no eres tú. Si fuéramos actores interpretando un papel en el escenario, entonces el trabajo bien hecho. Pero esta es nuestra vida y nada de eso es real. No es auténtico con lo que somos y lo que realmente sentimos.

Con el paso de los años, olvidamos o postergamos nuestros verdaderos anhelos, deseos y todo aquello que verdaderamente nos hace vibrar. Cuanto más tiempo pasamos actuando como la persona que quiere encajar, más olvidamos nuestra autenticidad. A esto se suma el hecho de que la expectativa del mundo en un entorno familiar es diferente de la escuela, el patio de recreo, el trabajo o la socialización con los amigos. Así que creamos múltiples módulos de subpersonalidad para amortiguar nuestro núcleo auténtico de estas diversas situaciones externas. La mayoría de nosotros pasamos el día pasando de un módulo de subpersonalidad al siguiente, sin conectar ni reforzar ningún deseo auténtico y genuino. Dado el tiempo suficiente para expresar estas identidades falsas, ya no recordamos cómo se ve nuestro núcleo auténtico.

Para un espectador, nuestras vidas pueden ser ideales. Podemos tener logros, dinero, descendencia, éxito y reconocimiento. Sin embargo, internamente podemos tener sensaciones que no sabemos definir, sensaciones de descontento, falta de satisfacción e infelicidad: una sensación de que somos un fraude, porque nos estamos mintiendo a nosotros mismos, que nada es real y forma parte de una gran una mentira.

Todo este autoengaño se basa en el hecho de que tenemos miedo de que el mundo no nos entienda ni nos apruebe. Nuestra autenticidad es un punto frágil, extinguible y rompible que nos hace sentir tan vulnerables y expuestos que no nos atrevemos a expresarlo al mundo. Comprendemos de manera innata cuán precioso y valioso es, y arriesgarse a que el mundo se burle de nos lastimaría mucho. Nuestra autenticidad es una firma vibratoria clave única que nadie más en el Universo posee. Pero queremos la aprobación y la aceptación de los demás y tememos el ridículo por ser el bicho raro. Entonces creamos módulos de subpersonalidad o ejes falsos como un medio para mantener el secreto en su lugar. Pero a lo largo de toda una vida de vivir con identidades falsas, comenzamos a creer que son verdaderas. Ya no sabemos dónde está nuestro núcleo ni recordamos cómo se siente. Exteriormente, seguimos actuando como si todo estuviera bien, pero por dentro estamos aterrorizados de no poder encontrar más ese lugar especial, único y satisfactorio.

Encontrar tu auténtica naturaleza es como hacer un trabajo de detective. Sin embargo, no es una investigación del cerebro izquierdo o del pensamiento lineal. Está completamente centrado en el corazón. Para que eso suceda, debes permitir que tu cabeza o tu conciencia caigan en medio de tu corazón, como si estuvieras mirando el mundo desde el centro de tu pecho.

Reflexiona y medita para eliminar todas las identidades falsas. Encontrar tu núcleo es un encuentro con tu fragilidad interior. Es una experiencia aterradora y vulnerable. Además, no es una vocación o actividad; es un sentimiento El instinto normal es seguir ocultándolo y protegiéndolo a toda costa. Esto puede sonar contradictorio, pero es la verdad: es en encontrar el coraje para exponer este centro vulnerable al mundo que existe la verdadera libertad y liberación.

Más allá de juicios, de dudas, de culpas y miedos, hay una parte de ti pura e inocente que es capaz de reconocer la belleza de tu alma, y maravillarse al contemplarla. Solo con esos ojos de amor podemos reconocer nuestro brillo, no desde el ego ni la necesidad de aprobación, sino desde la consciencia de nuestra existencia. ⁠Llegar a esta toma de consciencia, en la cual somos capaces de percibir la luz de nuestra alma, de quien realmente somos, es una gran oportunidad de sanación.

Si te vas a comprometer con algo, que sea con algo auténtico para ti. No importa si no calza con expectativas de otros o incluso con lo que tú misma pensabas que querías hace un tiempo. Ahora que te estás escuchando cada vez más fuerte, es momento de entregarte con mayor foco, dedicación y energía por completo a la tarea de construir y desarrollar maestría en aquello que quieres vivir como tu realidad, tanto interna como externa.

Si puedes hacer esto, tu vida comenzará a estar alineada con tu expresión individual y única de lo Divino. Te acercarás más a completar tu pieza del rompecabezas. Encontrar el coraje para expresar esta firma vibratoria única es la clave para lograr tu dharma. Como las piezas de un rompecabezas, cada uno de nosotros tiene una frecuencia, un propósito y una razón de ser únicos. Aceptar y celebrar tu singularidad y transmitirla al mundo dará permiso a otros para hacer lo mismo. Exponer tu vulnerabilidad al mundo hará que los demás recuerden que ellos también tienen un núcleo auténtico, y los entrenarás para que se liberen.

Dulcinea
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