La verdad del Dharma
La espiritualidad está de moda y eso me encanta! Millones de personas cultivan su lado más humano a través de distintas prácticas y eso me emociona mucho porque creo que todos vamos trabajando en ser nuestra mejor versión. Sin embargo,en los ultimos tiempos han proliferado nuevas corrientes y muchos “maestros espirituales” que promueven un gran cambio inspirado en mitos.
Esta construcción idílica de la espiritualidad se difunde en medios, redes sociales y en el cine desde hace mucho tiempo. Promueven una concepción exagerada de nuestro propósito que nos coloca de un camino hacia el “éxito” glorificado que se conseguirá a través de fomentar talleres, cursos, abalorios terapias y compras. Un espíritu más consumista, en donde los anunciantes juegan con nuestras vulnerabilidades y promueven constantemente más engaños para «hacernos sentir bien» y para que sigamos comprando.
Es tos mitos espirituales tienen un público cautivo que anhelan señales divinas, milagros y recetas esotéricas que les ayuden a trascender y hasta a desarrollar un propósito especial que es clave para el desarrollo del mundo. El punto de apoyo de este mito es que no somos inherentemente dignos, que no tenemos valor intrínseco y cuanto menos valemos, más necesitamos comprar un producto para que nos sintamos mejor. Cuanto menos seamos “suficientes”, más probable es que sintamos la necesidad de comprar algo para llenar esos vacíos. Pero hay otro extremo en esa misma construcción mitológica, que es que «todo», y se nos muestra son superpoderes; lo cierto es que ambas corrientes se alimentan del mismo deseo básico de significado y propósito.
Los maestros y gurús de la nueva era crean innovadoras estrategias para vender sus programas y alimentar el mito de que tenemos un significado en el mundo que se anunciará y demostrará de manera magnánima. En algún lugar entre ser el centro del universo y ser una mota de polvo en la vía láctea; yace un punto de vista que puede sacar a los sedientos de significado y satisfacer a las almas que buscan en el otro extremo del espectro.
Pero, detengámonos a pensar que sucede si vivimos en un mundo materialista, el éxito a menudo está relacionado con logros externos, posiciones y la demostración de prosperidad. La celebridad se coloca en el primer lugar en términos de aspiración social, estatus y apreciación. Mientras que en un mundo capitalista, la vida se basa en el consumismo y la propiedad; ¿Qué sucede cuando las personas no logran sus aspiraciones y caen en la desesperación o el vacío?
La aplicación de un modelo materialista a una cosmovisión espiritual o de la nueva era, tiende a copiar el modelo capitalista y definir el éxito mediante el logro de metas espirituales. Por ejemplo, libros vendidos, riqueza adquirida, estatus de celebridad alcanzado. Es valioso meditar en nuestra idea programada de éxito y examinar si vale la pena y cómo se aplica a nosotros. Según el verdadero significado del dharma budista, cada persona tiene un propósito de vida holístico; un significado fundamentado que incluye ser un ser humano con presencia y valor. Cuando buscamos un gran propósito fuera de nosotros mismos, estamos presionando a la vida para que produzca una gran declaración. Entonces, si no tenemos una Facebook o un Instagram con miles de seguidores, pensamos que hemos fallado en nuestro dharma y el mundo podría convertirse fácilmente en un lugar triste y solitario. Si nuestro ego está aferrado a buscar un gran propósito; entonces puede ser devastador si fallamos en nuestro propósito elegido. O peor si ni siquiera podemos encontrar nuestro propósito.
Pero hablemos del Dharma, que es una palabra sánscrita que significa ‘protección’. Los problemas que tenemos a diario tienen su origen en la ignorancia y el método para eliminarla es practicar el Dharma. La séptima ley espiritual del éxito es la Ley del Dharma, que dice que nos hemos manifestado en forma física para cumplir un propósito. … De acuerdo con esta ley, cada uno de nosotros tiene un talento único y una manera única de expresarlo. El dharma es una perspectiva de la vida en la que aceptamos todo lo que es real y respetamos todo lo que se imagina; disfrutando el viaje de nuestra vida con el entendimiento de que estamos aquí para ser humanos y expresarnos.
Nuestra misma existencia es significativa. No necesitamos una etiqueta «especial» o elegante como «profesor», «lama», «doctor”, “maestro” o «gurú» para cumplir el propósito de nuestras vidas. No necesitamos hacer todos los talleres, ni terapias y leer todos los libros para ser significativos y completamente adorables, tal como somos.
Una perspectiva fundamentada significa que no tenemos que enfrentar el peso de las expectativas ni el peso del fracaso. Podemos simplemente vivir en el momento, dejarnos llevar por el fluir de la vida y soltar todos los apegos de «ser algo en el mundo». Cuando podemos liberarnos de esos pensamientos, se abre un espacio para la creación y la posibilidad. El espacio no definido es lo ilimitado. Ese es el reino de vivir verdaderamente en el momento; encontrando la vida donde está. Mirándolo a la cara y aceptando lo que vemos mirándonos.
Nuestro dharma es quienes somos; siempre está con nosotros. Así que dejemos de de buscar, relajémonos, respiremos un poco y disfrutemos de este momento; el único momento que existe es ahora mismo!
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