Las grandes lecciones de la obra de Murakami
Siempre suelo muy cauta a la hora de recomendar series, películas o libros porque considero que cada quien tiene sus propios intereses y preferencias a la hora de elegir; pero hoy quiero hablar de uno de mis autores preferidos que es Haruki Murakami. No pretendo hacer una crítica literaria ni una recomendación a su obra; solo quiero ser honesta en describir las sensaciones y aprendizajes que me han dejado algunos de sus libros.
Por si no lo conoces, Murakami es un escritor japonés, sus novelas resultan muy inspiradoras porque entre líneas se pueden extraer grandes lecciones de vida. Sus tramas son sencillas, los personajes y situaciones resultan bastante cotidianas fácil de identificar y conectar de inmediato.
Una de las lecciones más hermosas que nos regala a través de sus historias es a valorar la individualidad, la soledad alejada del drama y la tristeza y reivindicada como la mejor vía del autoconocimiento. “Kafka en la orilla” nos muestra un joven fugitivo que emprende un viaje solitario para escapar de la confusión y que le permite acceder a aspectos desconocidos de sí mismo. Muchas veces en la vida real nos hemos enfrentado a la soledad a través de una separación, la muerte o por decisión propia con un viaje para encontrarnos, cuando estamos con nosotros mism@s es cuando nos encontramos y nos reconocemos; es una autoexploración, parte de nuestra propia evolución.
Otra gran lección que me deja este autor es la impermanencia de la vida; muchas veces creemos que las situaciones que vivimos nos acompañaran para siempre y no caemos en cuenta que todo cambia y que la vida nos sorprende a cada momento. Si lo pensamos no tenemos el control absoluto de nada, como en la novela “La Muerte del Comendador”, en donde un pintor de vida estable y acomodada recibe la noticia de que su esposa quiere separarse porque ha tenido un sueño que la empuja a tomar esa decisión y se niega a darle más explicaciones. Está claro que la vida es inesperada y aunque queramos hacer planes y predicciones, todo puede cambiar de un momento a otro. Lo importante aquí es no angustiarnos sino aceptar y aprender lo que nos toca en ese momento.
Encontrar el sentido y explicación racional a todo puede resultar desgastante y hasta inútil. Los argumentos de sus novelas se desarrollan en un mundo de caos y aleatoriedad, en donde ni siquiera es posible culpar a nadie del sufrimiento. En este punto, tenemos la opción de lamentarnos y victimizarnos antes la circunstancias o podemos tener una actitud resiliente ante las adversidades.
Si logramos alejarnos del juicio y al drama, es posible sobrevivir al caos y ahí es cuando ya tenemos la partida ganada. El autor nos inspira a entender que no todo tiene un sentido, es posible que tenga varias interpretaciones y por ello varias soluciones a lo que inicialmente interpretamos como un callejón sin salida. Venimos al mundo a experimentar cosas, a tropezar y a resolver problemas, como hacen los personajes de Murakami.
Finalmente, aborda el tema del orgullo y el miedo como culpables de la perdida de grandes oportunidades. En su obra “De qué hablo cuando hablo de escribir”, el autor menciona una anécdota que relata que en 1922 James Joyce y Marcel Proust coincidieron en un mismo restaurante en París, donde cenaron en mesas cercanas; algunos comensales les reconocieron y estaban expectantes y emocionados, esperando que aquellos gigantes de la literatura empezaran a debatir, pero nada sucedió. En palabras del japonés: “La velada tocó a su fin sin que ninguno de los dos se dignase dirigir la palabra al otro. Imagino que fue el orgullo lo que frustró una simple charla, y eso es algo muy frecuente”. Aquí podemos preguntarnos cuántas veces nos ha sucedido que por miedo o vergüenza no nos atrevemos a dar un paso hacia adelante en nuestra vida profesional, académica o en nuestras relaciones interpersonales; perdemos grandes oportunidades por miedo a ser rechazados o juzgados y lo que es más importantes es ser coherentes con quienes somos y quienes queremos ser!
Podría seguir enumerando grandes lecciones que me ha dejado la obra de Murakami y es que siento que tenemos una conexión especial porque es uno de los autores contemporáneos que más me inspira. Si no lo has leído y tienes la oportunidad hazlo, te aseguro que en algún punto conectarás mágicamente con él!
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