Magnificencia

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En algunas ocasiones, yo, igual que tú, también he vivido y transitado por situaciones hostiles, a veces las experimentamos en el trabajo, con la pareja, en la familia, en nuestros círculos sociales o en la calle. Son momentos o etapas que nos pueden hacer sufrir pero que nos ponen a prueba; lo más importante es resistir, ser resilientes; no patear el tablero y darnos la oportunidad de vivir nuestros procesos completos. Recuerda que todo lo que ocurre en nuestras vidas es porque algo tenemos que aprender; estamos en el camino de convertirnos en la obra maestra que estamos destinados a ser.

Debemos entender que cada uno de nosotros es un ser de luz, espléndido y magnífico; concebido desde el amor Divino y nuestra presencia en el planeta es fundamental para la historia; tal vez sintamos que solo seamos una pequeña parte en el gran universo; pero tenemos una misión de vida que influirá de alguna manera en nuestro alrededor. Permanentemente nos nutrimos de experiencias y contribuimos al desarrollo de otros. Es así que lo mejor que podemos hacer es abrazar nuestros procesos, no importa cuán difícil se nos presente reconozcamos nuestra Magnificencia; es decir hacernos conscientes de que somos maestros conectados a nuestra espiritualidad.

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Solo el despertar de esa consciencia de la que te hablo, nos permitirá saber cuánto amor podemos dar y recibir, cuan honestos somos, qué tan gentiles y bondadosos somos con nuestro alrededor, qué tan cuidadosos somos con los demás, qué tan asertivos y compasivos somos capaces de ser. Todo lo que descubramos en este pequeño análisis, es parte de nuestro ser, de la obra maestra que es nuestra vida. Nuestro trabajo es reconocer, aceptar y abrazar nuestros procesos; entender que está bien sentirnos felices pero también es maravilloso vivir momentos de tristeza, enojo, frustración, miedo; todo es parte de nuestra vida, de nuestra esencia divina.

Lo más importante es encontrar el equilibrio, es decir si nos enojamos, reconocer el proceso de nuestro enojo y luego reflexionar el aprendizaje que hay en él. Muchas personas sienten frustración porque creen que no pueden controlar sus emociones, acuden a costosas terapias; no quiero decir que las terapias sean malas, todo lo contrario creo que si acudimos a las adecuadas son muy beneficiosas; pero el punto de partida a toda sanación y equilibrio está dentro de nosotros. Nadie puede hacer el trabajo por nosotros.

Reconoce en ti la sabiduría, la fe, la humildad, la tolerancia, la paciencia, la generosidad, la prosperidad, la abundancia, el perdón, la confianza, el amor por ti y por los demás; reconoce tu empoderamiento. Celebra y acepta esas virtudes en los demás otros, reconoce la sabiduría en otros.

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Convéncete de que es parte de la vida transitar por caminos hostiles y sinuosos, no culpes al destino, ni a un castigo divino, tampoco es una maldición ni se trata de mala suerte; es solo parte de lo que nos toca aprender para pasar al siguiente nivel. Es parte de nuestra gran maestría de vida.

Nuestra magnificencia ilumina todos los lados oscuros; recuerda que todos tenemos lados de luz y sombras, en la luz están nuestras virtudes y fortalezas; en la sombra tenemos los defectos y debilidades de nuestra personalidad. Como te dije antes, la vida está llena de situaciones de luz y sombra y ambas son parte del equilibrio. Para tratar con las sombras debemos iluminarlas y brillar, a medida de que desarrollemos nuestro brillo podemos eliminar nuestras propias limitaciones, culpas, negaciones, resistencias; podremos ser capaces de convivir con nuestro ego sin dejarnos dominar por él.

Somos maestros de nuestra vida y esa magnificencia nos empodera, no desde el ego, sino desde la verdad y convicción de abrazar con amor todas las partes de nosotros. Nos permitimos disfrutar a plenitud todo lo que ocurre en nuestras vidas, disfrutando de relaciones armoniosas, de nuestra abundancia, prosperidad, salud, de nuestra familia, nuestra pareja, nuestro trabajo. Buscamos nuestro equilibrio eliminando de nuestras vidas todo lo que no vibre en nuestra sintonía, erradicando pensamientos limitantes que nos impidan seguir adelante. Amo mi magnificencia porque soy responsable de crear y vivir la vida que deseo y deseo que los demás sean responsables de las suyas. Perdono el pasado, acepto el presente y confío en el futuro. Con mucha humildad, declaremos que somos seres magníficos!!!

Ilustraciones tomadas de Internet
Dulcinea
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