Mi conexión con las plantas
Siempre he tenido gran cercanía con las flores, árboles y plantas; siento que su energía nos ayuda a curar, alimentar y revitalizar nuestra alma. Hay además dentro de mí, mucho agradecimiento porque por ellos nuestra vida es posible, son el equilibrio del planeta. Siento una gran conexión amorosa y una proyección de mi vida a través de ellas.
Las plantas tienen una energía natural que las conecta con el resto del universo. Son muy receptivas, poseen una particular capacidad para recibir las emociones de los seres humanos y de reaccionar a cada una de ellas, es una conexión psíquica de las plantas con cada uno de nosotros. Perciben nuestra emotividad de manera tan directa, y que tanto el amor, como la alegría, la angustia, el odio, la ira o hasta el miedo, pueden ser tan decisivas en el desarrollo de la vida de las mismas y de su propia energía. Por eso algunas personas, tienen la costumbre de hablarles, cantarles y hasta de escoger determinadas piezas musicales para colocarlas como temas ambientales para favorecer su crecimiento y desarrollo.
Las flores, plantas y árboles son nuestros maestros sanadores, estabilizan nuestro aura; cuando nuestras energías corporales se conectan con la energía vibratoria de las plantas, existen altas posibilidades de curación y restablecimiento de las bajas energéticas, ya sea a través de baños aromáticos con plantas al vapor, con agua tibia o baños tópicos o esencias naturales de ellas. Son fuentes seguras para eliminar las toxinas del cuerpo, para todas las enfermedades hay plantas que controlan y otras que curan, no es lo mismo comernos una papaya para extraer sus propiedades naturales que una capsula farmacéutica con hormonas de esa fruta en específico para sanar el cuerpo.
Parte de mi infancia la viví en una finca lejos de la ciudad, mi padre me enseño a cuidar y amar a las flores, plantas y árboles. Por esa época se vivió una intensa sequía que nos obligó a ser ingeniosos en el cuidado de las plantas. Aprendí a diseñar canales de regadío de manera artesanal, era muy divertido dar ideas a mi padre para que la poca presión de agua llegue a todas las plantitas. Aprendí valorar el agua y a dosificar su uso. A pensar en los demás y sonreír con los pequeños logros del día a día. Hoy puedo decir que me gusta la jardinería porque me conecta con la naturaleza, porque me enseña a vivir mi vida a plenitud, a poner las cosas en perspectiva, a ser creativa y a tomar decisiones sin miedo a fallar.
Dedico parte de mis fines de semana a cuidar mi jardín, amo regar las plantas porque el olor a tierra húmeda es uno de mis favoritos y me remonta a mi niñez. Riego con responsabilidad porque no se trata de poner la manguera y ocuparnos en otra tarea; se requiere dedicación, enfocar de manera amorosa nuestro tiempo y energía para preocuparnos por un ser vivo. Amo pasar horas en el jardín meditando, sintiendo la energía de las plantas y abrazando a los árboles.
Si no tienes un jardín cerca, puedes colocar algunas macetas en tu casa, comprobarás todo lo que te he contado. Entre semana puedes aprovechar el regreso a casa o la hora de almuerzo en la oficina para dar un paseo por algún parque y disfrutar de la naturaleza en medio de la ciudad, verás te sentirás reconfortado. Puedes buscar su compañía adornado tus espacios sagrados con algunas flores; los detalles siempre son importantes en tu casa. Es importante conectar con la naturaleza; recuerda que la sensación amorosa que transmiten las plantas es única y auténtica.
Imágenes tomadas de Internet
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