Reaccionando a los enojos
Son muchas las cosas que nos hacen reaccionar, pero es necesario reflexionar y aprender qué generan nuestras reacciones y con qué emoción las acompañamos.
Por ejemplo la ira. Cuando me enojo, es una señal clara de que no estoy en equilibrio. Alguna vez hemos sentido que alguna persona o cosa «me enoja»; pasa a menudo porque estamos acostumbrad@s a culpar cuando nos sentimos agraviad@s. Pero en realidad lo que nos enoja somos nosotros mismos, nuestros desequilibrios y frustraciones personales de no poder afrontar ciertas situaciones.
Cuando se me presenta una experiencia en la que reacciono con ira, debo aprender a separar los hechos de mis reacciones; es decir no es el tráfico, ni mi pareja que deja la casa desordenada; es mi ira! Cuando soy capaz de ver esta emoción por lo que es sin juzgar a quienes la provocaron en mí; puedo liberarme y reflexionar. Examinando estas emociones y las circunstancias que las provocaron, puedo aprender y seguir adelante.
La ira surge por muchas razones. Muchas veces es una emoción que usamos para encubrir otros sentimientos. Muchas personas dicen “tengo derecho a estar enojad@” y aunque pueden tener razón; probablemente la ira no sea lo que realmente sienten. Digo esto porque el simple hecho de decir «tengo derecho a …» no lo justifica. Al buscar permiso para enfadarse, evitan tener que admitir que existe un desequilibrio. Debemos enfocarnos en trabajar activamente en la autocomprensión, en aceptar que la ira surge cuando necesitamos equilibrio.
“La ira nace del temor, y este de un sentimiento de debilidad o inferioridad. Si posees coraje o determinación, tendrás cada vez menos temor y en consecuencia se sentirá menos frustrado y enojado”.
Dalai Lama
Una vez, cuando tenía 20 años, estaba tan enojad@ que reaccioné azotando una puerta, al cerrarse se rompió un adorno que me habían traído del Tíbet; de pronto todo cambió para siempre y todo fue porque me enojé. Hoy no recuerdo la razón de mi enojo, pero si recuerdo con nostalgia mi hermoso adorno.Nos permitimos estar enojados por todo tipo de razones; para encubrir una sensación de debilidad, por vergüenza, miedo y otros problemas sembrados profundamente.
Cuando vemos que la ira aumenta, reconocemos que hay algo que necesita nuestra atención. Algo dentro de nosotr@s que no está siendo amado. Cuando nos tomamos el tiempo para escuchar nuestras emociones, podemos reflexionar y encontrar la manera de amarnos más. Este tipo de reflexión no solo nos sanará a nosotr@s, también sanará al planeta. Reflexionemos acerca de nuestros enfados e identifiquemos nuestras carencias afectivas, para trabajar en ellas y fortalecernos como y personas y sociedad. Poniendo nuestra mente al servicio de nuestro corazón.
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