Relaciones difíciles como parte de nuestra evolución

Tod@s hemos tenido alguna relación difícil con alguien, sea porque no te gustan las actitudes de la otra persona, porque su carácter es diametralmente opuesto al tuyo, porque han tenido algún problema que no han superado o porque su energía no vibra contigo. En el budismo se dice que, si hay una persona que rechazas sin ninguna razón, es porque ves en ella algo de ti que tampoco soportas.

Lo importante es vivir en armonía, no invertir nuestra energía en esa relación que es conflictiva dentro de ti y la transformes en un lazo de amor y de aceptación. Tal vez en este punto estés pensando “que romántico!, pero es imposible llevarse bien con todo mundo, porque nos somos moneditas de oro para caerles bien a todos”… Lo sé, no pretendo eso, solo quiero que reflexionemos en esas relaciones difíciles que nos contaminan.

El primer paso es  dejar la crítica de lado, pensar que tampoco somos perfect@s, que nos equivocamos, pero que tod@s estamos aquí tratando de ser mejor cada día. Por tanto no podemos pedirle a alguien que cambie, porque la otra persona tiene absoluta libertad  de ser como quiera ser. Y por otro lado, es infructuoso insistir en ello, porque las personas sólo cambiamos cuando deseamos de todo corazón hacerlo y se necesita mucha voluntad.

No debemos permitirnos entregar nuestra paz interior a que otra persona se comporte pacíficamente, no podemos limitar nuestra expresión para que se ajuste a lo que otra persona cree de nosotros, no podemos entregar nuestra felicidad a que otra persona haga o deje de hacer. Si entregamos esto, estamos cediendo poder personal, libertad, responsabilidad por nuestra vida y la posibilidad de cambio y mejora.

Si tienes alguna relación difícil, ten la seguridad que es porque hay algo que tienes que aprender de ello, algo que debes trabajar dentro de ti. Si lo piensas, todos vivimos de la mejor manera que podemos, con las herramientas de consciencia que tenemos en ese momento. Si yo miro desde fuera y juzgo el camino del otro, me atreveré a opinar y criticar “le faltó esfuerzo”, “le faltó ser amable”, “fue muy terc@”, “es muy egoísta”, “no se quiere”; me ahogaré en mi egocentrismo, en creer que soy superior a esa persona

No siempre estamos en lo correcto, ni llevamos la razón; todo es cuestión de perspectiva. Los demás no tendrían por qué ajustar sus conductas, sus opiniones a lo que a mí me hace sentir contenta y tranquila. Cada uno es su propia referencia y cuando nos interrelacionamos, debemos mirar al otr@, no en relación a MÍ, sino a su PROPIA HISTORIA. Tratar de entender por qué esa persona reacciona así, entender que sus actitudes y malas acciones no son “personales” conmigo, sino que es la manera en que esa persona hoy es capaz de expresar sus emociones, de acuerdo a la manera en que su propia historia le ha permitido.

Lo poderoso aquí es que cuando realmente miramos al otro, callando nuestros juicios, dejando a un lado “la idea” que tenemos de esa persona, podemos ver quién es realmente, qué es lo que siente, escuchar lo que dice, entender cómo piensa. Solo así seremos capaces de abrir el corazón y conectar desde el amor.

 

Dulcinea
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