«Yo Soy Así»

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Días atrás publiqué un post acerca de la libertad de ser uno mismo, valorando la autoaceptación y la honestidad; lo que todos llamamos cotidianamente como sinceridad. Pero ser auténticos y sinceros no excluye en nuestra empatía, asertividad y en tener en cuenta a los demás, no atropellarlos con nuestras acciones escudándonos en “Yo soy así”.

Vivimos en una época en donde ser valora mucho los procesos creativos, es un mundo muy alineado a romper estereotipos, salir de la caja para crear nuevos conceptos. Debemos tener en claro que es importante crear, tener ideas innovadoras y hasta disruptivas, pero también debemos entender que los comportamientos no deben ser disruptivos sino coherentes, guiados por el respeto.

Muchas veces siendo personas adultas, nos comportamos como adolescentes desbocados, con conductas reactivas, desmesuradas y hasta irrespetuosas. Para contextualizar mencionaré algunos ejemplos; existen personas que se jactan de ser muy sincer@s y viven orgullos@s de poder decirle a los demás a la cara lo que opinan,  no tienen inconveniente en ventilar sus juicios, son sentencios@s, no se fijan en los contextos ni la relación que les une al otro, mucho menos se fijan el impacto de sus palabras. Otra situación cotidiana la vivimos con  personas que bromas inoportunas, o preguntas incomodas como ¿por qué no tienes hijos o por qué no te has casado,? Son personas que no tienen filtro y que se autoproclaman como sinceras y espontáneas.

Ser auténtic@ y sincer@ no significa tener arrebatos de honestidad, ni caer en la arrogancia de lo espontáneo, no tiene que ver con reafirmarse a través de los demás. Ser auténtico es tener la capacidad de decir abiertamente lo que se piensa con responsabilidad, siendo consecuente con nuestros actos, respetando los espacios de los demás y comunicándonos con empatía.

Autodefinirnos como personas honestas y sinceras incluye tener la capacidad de dominar la impulsividad, procurando comportamientos proactivos, siendo capaces de decir lo que se piensa sin ofender ni lastimar, mostrando el desacuerdo e incluso el enfado de forma asertiva, sin reactividad.  Por ejemplo, mostrar nuestra indignación sin ser agresivos.

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Traslademos este tema a todos los espacios de nuestra vida. Hablemos de lo que ocurre en las redes sociales, leemos a diario insultos, juicios de valor, prejuicios de género, racistas, opiniones intolerantes; se hablan de cosas de las que ni siquiera se tiene información; no se tiene en cuenta las consecuencias, el efecto de esas palabras que pueden ser devastadoras. Es verdad que existe la libertad de opinar, pero debemos ser responsables y consecuentes; pensar en que nuestras acciones impactan a los demás.

Ser auténtico es ser uno mismo, desde nuestro interior; se trata de ser honestos, confiables; de ser personas que nos hagamos cargo de nuestros actos, practicando la empatía. Antes de hablar y opinar escudado en nuestra dichosa Sinceridad pensemos “¿cómo me sentiría yo si alguien me dice esto? ¿Cómo me sentiría si alguien publica en redes opiniones como las que yo soy capaz de publicar?. ¿Cómo impactaría en el trabajo de cierta persona, si por impulso me quejo airadamente, como cuando nos quejamos del repartidor de pizza o de la cajera del supermercado, que también son personas que pueden tener malos días, como nosotros?.

Nuestro trabajo personal es una tarea diaria. Se trata de construir la mejor versión de nosotros a través de nuestras experiencias, lo importante es tener la disposición de ver en qué nos estamos equivocando para corregir. Aprendamos a gestionar nuestra sinceridad, trabajemos en ser empáticos y en vivir en armonía con nuestro alrededor. Si no te gusta algo o alguien, aléjate, evita el conflicto!

Ilustraciones tomadas de Internet

 

 

Dulcinea
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